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En otros momentos no tan lejanos la contienda se desencadenaba pasado el Año Nuevo. Ahora las candidaturas empiezan conservadoramente ante la falta de dinero, la alta cuota de indecisos, la falta de temas centrales y la certeza de que, de por sí, los ticos dejan la decisión para el remaining.
Una mujer llegó a la verdulería el 6 de enero y al escuchar que hablaban de preguntó política si period cierto que habían suspendido las elecciones nacionales. La dueña del negocio le respondió que no, que por qué, y ella respondió que ya faltaba un mes exacto y poca cosa se hablaba.
“De por sí nos vamos a decidir en la víspera, cuando ya no haya de otra”, acotó la dueña del negocio en referencia a algo que ya está más que medido por los especialistas en procesos electorales anteriores; nada se outline hasta el remaining.
Esa conversación informal parece coincidir también con la información que manejan las estrategias de los partidos políticos que compiten para las elecciones presidenciales y legislativas del 6 de febrero. Son conscientes de la desconfianza in style hacia la cantidad política y la confusión que genera la registro de agrupaciones inscritas para esta campaña, con rostros que van de una tienda a otra y mensajes que tampoco se sostienen de un día para otro.
Las encuestas de mitad de diciembre, las últimas disponibles, indican que casi la mitad de los posibles defectos carecen de un favorito, que pueden cambiar de predilección en cualquier momento y que son cinco los rostros de postulaciones presidenciales que han logrado salirse del montón, pero que ninguno alcanzaba ni la mitad de lo necesario para un triunfo en primera vuelta.
La altísima probabilidad de ir a un balotaje el 3 de diciembre hace que los objetivos también cambien y ya no sea necesario ser el que más votos tenga en febrero, sino ser uno de los dos que clasifiquen.
La altísima probabilidad de ir a un balotaje el 3 de diciembre hace que los objetivos también cambien y ya no sea necesario ser el que más votos tenga en febrero, sino ser uno de los dos que clasifiquen, y después medirse en una contienda de dos, como resultado favorable para Carlos Alvarado y su Partido Acción Ciudadana (PAC) en 2018.
Entonces ya no faltaría alcanzar el 40% de votos válidos, ni 30% ni 20%; basta con ser uno de los dos favoritos, aunque esa aparente simpleza implique una cantidad de combinación que sustente en buena medida la incertidumbre que se posa sobre electores, grupos de poder y mercados financieros.
Luego vemos
Los partidos parecen resignados a que todos se resuelven en “la hora tica”, y evitan entonces gastar los pocos recursos que tienen para afrontar la campaña que se presenta como la más austera, con una seria reducción del aporte estatal, con la erosión de simpatizantes dispuesto a financiar a su bandera y un contexto de cautela económica que también alcanza a otras fuentes de recursos.
La cantidad de partidos en la competencia presidencial, 25 en whole, también redujo los mínimos el monto disponible para el adelanto de la deuda política. En 2018 fueron ₡214 millones, ahora son ₡94 millones, publicó el diario La Nación en referencia a uno de los elementos que tienen frenada a la mayoría de los partidos.
“Todos están cuidando sus cinquitos”, cube Mario Quirós, analista e investigador de estrategias electorales, antes de advertir que la candidata del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), Lineth Saborío, ha registrado un ascenso que podría reflejarse en las encuestas siguientes y, por tanto, en la mayor captación de recursos para invertir en su campaña.
Escasas vallas, pocos anuncios en radio o televisión y una apuesta en la menos costosa Web son los elementos visibles de una campaña que parece dejar las tareas para el remaining, como esperando que se aclaren los nublados que difícilmente se disipen por sí solos, utilizar Ronald Alfaro, investigador del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica.
Los partidos actúan como los equipos de fútbol que se saben limitados, en una cancha resbalosa y ante un rival (que no es uno, sino varios) que no conocen bien y que, encima, también está condicionado por esos mismos factores.
Ahora, no todos los partidos están en iguales circunstancias, subrayan Quirós y Alfaro, pues cinco de ellos aparecen en diciembre por encima de 6 puntos de intención de voto y 20 tienen un caudal inferior a los puntos del margen de error de las encuestas, como es el caso de CIEP-UCR.
Cada partido en su mundo
Para el expresidente José María Figueres, que partió con ventaja en octubre y que lideró al partido más grande del país, Liberación Nacional, el reto ha sido mantener a sus simpatizantes y, al mismo tiempo, ganar más a pesar del fuerte rechazo que manifiestan los ciudadanos en estudios de opinión.
Lineth Saborío, del otro partido tradicional, Unidad Social Cristiana (PUSC), ha logrado escalar aferrada a un estilo de conciliación ya posiciones ambiguas que le evitan conflictos con sectores o cuestionamientos específicos concretos. Esto pudo haberle propiciado el empate técnico por el primer lugar que se vio en diciembre, o incluso una ventaja estadísticamente superior en los próximos estudios.
Fabricio Alvarado, que ya supo de participar en una segunda ronda, trata de mantener valores arriba a Nueva República con una imagen que ha depurado en los últimos tres años, persistencia en posiciones conservadoras sobre asuntos de asuntos de o religiosos y sus críticas a los partidos tradicionales, incluido al gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC), a pesar de que su candidato Wélmer Ramos recibe un respaldo in style de apenas un punto porcentual.
Los otros dos candidatos que integran ese quinteto son José María Villalta, diputado de Frente Amplio, y Rodrigo Chaves, el exministro de Hacienda que se postula por el debutante Partido Progreso Social Democrático (PPSD) de la mano de la in style Pilar Cisneros, periodista que encabeza la nómina para diputaciones por San José.
Villalta y Chaves, ambos con posiciones ideológicas distintas, estilos diferentes, estructuras partidarias distantes, intentan aprovechar parte del sector de votantes que para esta campaña parece indispuesto con el PAC, aunque otras agrupaciones también intentan atraer parte de ellos.
¿De qué hablamos?
El problema adicional para la campaña es la falta de temas que centren la discusión electoral y menos aún que provoquen una polarización, que es un issue de movilización in style y de participación en las urnas, como ha investigado Ronald Alfaro.
De acuerdo con la encuesta CIEP-UCR de noviembre, la corrupción se posicionó como principal problema del país, pero es complejo de abordar para los partidos políticos y difícilmente se configura un duelo entre los que están a favor o en contra de algo.
Esa polarización sí ocurrió hace cuatro años con el matrimonio igualitario después de emitirse el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos un mes antes de los comicios. Fabricio Alvarado y Carlos Alvarado antagonizaron sobre ese punto y lograron superar en apoyo electoral a otros candidatos con posiciones menos contundentes.
Pero incluso antes de ese “shock religioso”, como le llamaron los investigadores del CIEP, hubo otro tema que marcó una narrativa electoral en 2018; el autoritarismo versus la institucionalidad, en la que obtuvo ventaja Juan Diego Castro a bordo del Partido Integración Nacional (PIN), aunque un mes antes de las elecciones se había desinflado.
En 2014, otro ejemplo, se planteó la narrativa del “cambio”, después de que solo dos grupos políticos habían gobernado este país en sesenta años, en 2010 la seguridad ciudadana y la continuidad o no de la obra de Óscar Arias, o en 2006 el Tratado de Libre Comercio (TLC).
No es que ahora falten temas. El desempleo, el manejo de la economía, el régimen salarial del sector público, los desafíos ambientales o el aumento de la desigualdad, además de la grave disaster de la educación pública, se muestran sobre el paisaje, pero las candidaturas solo los picotean y no compiten en torno a ellos.
“Pareciera que nada se mueve a la campaña, como un barco sin viento ni corrientes. Quizás ese sea un issue de indecisión o un motivo para los que se dicen indispuestos de votar”, comenta Ronald Alfaro.
Quién contra quién
Esta ausencia tampoco de enfrentamientos temáticos provoca que parezcan claros los duelos entre los candidatos presidenciales, sabiendo que cada uno de estos debe bibliotecar varios enfrentamientos para ganar determinados grupos de votantes sin permitir que se alejen otros.
“No todos los proyectiles van contra un candidato, aunque vimos un poco de eso contra Figueres cuando parecían más adelante en las encuestas. Tampoco pueden ir todos contra el PAC, porque está tan debilitado que parece poco retado y quizás se pregunte si vale la pena”, agregó.
El problema adicional para la campaña es la falta de temas que centren la discusión electoral y menos aún que provoquen una polarización, que es un issue de movilización in style y de participación en las urnas, como ha investigado Ronald Alfaro.
Solo pequeños asímos de enfrentamientos se han visibilizado, como el que protagonizaron los economistas Rodrigo Chaves y Eliécer Feinzaig (Partido Liberal Progresista, PLP) en uno de los debates organizados por el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
Aunque en ese bloque estaba Lineth Saborío, mejor posicionada que ambos economistas, entre ellos se criticaron el desempeño que tuvieron cuando fueron parte de equipos de gobierno (Feinzaig viceministro de Transportes en el gobierno de Miguel Ángel Rodríguez y Chaves ministro de Hacienda por unos meses con Carlos Alvarado) y también el financiamiento de sus respectivas campañas.
Ambos candidatos son parte de las propuestas electorales que critican con dureza el funcionamiento del Estado y que se ofrecen como soluciones para la situación económica del país, pero no están solos.
Para muestra un boton
Saborío, seguro de que ha logrado convertir en fortaleza la falta de agudeza que se le criticó desde un principio, se mantiene con sus mensajes buenistas y caracterizados para evitar lo concreto. Se lo dijo incluso la candidata Natalia Díaz, candidata de Unidos Podemos, durante el debate del TSE, a lo que la exvicepresidenta de la República protestó de una manera que concedió la crítica.
“Yo no soy una persona que no tenga posiciones claras, sino al contrario. Lo que pasa es que en ocasiones, y en esto sí disto mucho, piensan las personas que con solo el hecho de asumir una candidatura parece que desde ya, y como si fuera propio lo que es del Estado, se quieren tomar determinaciones, y resulta que la instituciones, por ejemplo, y mucho de eso no digo sí o no digo no, y digo que voy a revisar en esos primeros 100 días…”.
Mario Quirós, sin embargo, señala que ese recurso ha demostrado ser útil para los ciudadanos que rechazan las disputas políticas y se sienten más cómodos con los tonos apacibles, más allá del fondo de sus propuestas.
“No hay duda de que le ha funcionado y quizás persista en eso incluso en las semanas finales, pero sin duda es representativo de la campaña electoral en esta ocasión”, comentó el investigador antes de advertir que los debates y entrevistas de remaining de mes podrían forzarla a salirse de su zona de management.